Las Coelogyne comprenden algo más de 100 especies de orquídeas distribuidas por Asia y algunas islas del Pacífico. La mayoría son epifitas, pero también crecen sobre rocas en ocasiones. Dado que crecen en diversos hábitats, desde bosques cálidos hasta el Himalaya, hay especies que prefieren un invernadero frío, otras templado y algunas caliente. En el caso de la Coelogyne fimbriata Lindl. 1825 un invernadero más bien frío es el adecuado, con luz suave, incluso algo de sombra y un ambiente húmedo. Se suelen cultivar en maceta con un sustrato tradicional a base de corteza de pino pequeña, arlita, carbón vegetal y poliestireno expandido, pero también es factible hacerlo sobre corcho si se mantiene la suficiente humedad. Una buena ventilación favorece el buen estado de las plantas. Sus pseudobulbos crecen a lo largo de los rizomas que se van extendiendo y ocupan pronto toda la maceta o soporte. Sus flores son pequeñas pero muy bonitas, en tonos amarillos y verdosos claros y con un fuerte contraste en el labelo con grandes manchas rojizas o granates y son ligeramente aromáticas.
En esta ocasión vamos a dividir una planta que ocupaba ya toda la maceta en la que estaba situada. Para ello, sacamos la planta de su recipiente y quitamos cuidadosamente el sustrato que quede en las raíces, un chorro de agua puede ayudarnos en esta tarea. Aprovechamos para sanear cortando las raíces, hojas o pseudobulbos estropeados y saneamos los cortes con un fungicida o espolvoreando un poco de canela en polvo sobre ellos.
Separamos las divisiones con cuidado en grupos de varios pseudobulbos (en este caso la hemos dividido en tres nuevas plantas. Una vez divididas, seleccionamos las placas de corcho o los nuevos soportes elegidos, las limpiamos bien y hacemos un taladro para pasar el alambre de la que colgarán. Luego colocamos las divisiones sobre el corcho y lo cubrimos con un trozo de musgo de bosque (o sphagnum húmedo si no dispones del otro) con el fin de asegurar la humedad a las raíces. Lo fijamos todo con cáñamo, lana, tiras de medias viejas o cualquier otro material. Cuando las plantas se adapten, sus raíces se irán adhiriendo al corcho y las ligaduras, si no se han degradado ya, podemos cortarlas pues no serán necesarias.
Una vez listas, las etiquetamos y apuntamos en el registro en el que llevemos el control de nuestras orquídeas, indicando detalles como la fecha de división, la planta madre y cualquier otro dato que pueda sernos de utilidad. Luego sólo queda situarlas en el orquideario en el lugar elegido.
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